lunes, 25 de agosto de 2014

Cultivo de calabaza en macetas

La calabaza es el fruto en baya de la calabacera y pertenece a la familia de las Cucurbitáceas. Esta familia comprende unas 850 especies de plantas, en su mayoría herbáceas, trepadoras o rastreras, que producen frutos grandes y protegidos por una corteza firme. Algunas frutas como la sandía y el melón, junto con hortalizas tan comunes como el pepino o el calabacín, pertenecen a esta misma familia.

ORIGEN Y VARIEDADES

Aunque algunas fuentes afirman que su origen está en América, parece ser que la calabaza es una hortaliza originaria de Asia Meridional. Numerosos autores antiguos citan a la calabaza en sus escritos y se sabe que su cultivo ya se producía entre los hebreos y egipcios.
En un principio, la calabaza se cultivaba para el aprovechamiento de sus semillas más que para ser consumida como hortaliza. Pero esta costumbre fue desapareciendo a medida que surgieron variedades con más pulpa y sabor más afrutado.
Su consumo se extendió desde Asia hasta América Central y, a partir de allí, llegó tanto al sur como al norte de este continente. Sin embargo, no fue hasta el siglo XV cuando los españoles introdujeron la calabaza en Europa, donde se propagó en mayor medida por los países de clima más cálido.
En la actualidad, la calabaza se cultiva en terrenos cálidos y húmedos de todo el mundo.
Las principales variedades de calabaza son la de verano y la de invierno.
Calabaza de verano: variedad de piel clara y fina y semillas blandas. Tiene un periodo corto de conservación. Dentro de esta variedad se encuentra la calabaza bonetera (de color blanco, verde o amarillo), la calabaza espagueti (de color amarillo) y la calabaza rondín (variedad de piel naranja y carne blanquecina).
Calabaza de invierno: variedad más dulce, pero más seca que la de verano, con menor contenido de agua y piel más gruesa. Se conserva durante más tiempo que la de verano gracias al grosor de su piel. Dentro de este grupo se encuentra la calabaza banana, la de cidra o zapallo (de pulpa gelatinosa e intenso color amarillo) y la confitera o de cabello de ángel (de forma y color variable), a partir de la cual se obtiene el cabello de ángel, utilizado como relleno en diversos productos de pastelería.
La calabaza del peregrino o calabaza del vinatero es una variedad con forma de botella estrangulada que una vez seca puede utilizarse como recipiente.
Existen también otras variedades de calabaza, aunque menos conocidas, como son la Americana, la Amarilla gruesa de París, la Llena de Nápoles, la Roja de Etampes, la Verde Española, la botonera y la calabacita de Brasil.
Gracias a la gran variedad de calabazas que existe, se encuentran disponibles en el mercado durante todo el año, según se trate de variedades de verano o de invierno.


CÓMO ELEGIRLA Y CONSERVARLA

A la hora de adquirir una calabaza hay que tener en cuenta si se trata de una variedad de invierno o de verano. Si se quiere comprar una calabaza de verano es preferible elegir aquella que presente un tamaño mediano, ya que las más grandes tienen la carne más amarga. La calabaza ha de estar tierna pero firme y bien desarrollada. Las más tiernas son aquellas que tienen la piel brillante, muy suave y no excesivamente dura. Sin embargo, si la calabaza es muy pesada, sin brillo y de piel dura o áspera, conviene rechazarla. Este es un signo de que su carne está seca.
Si se va a adquirir una calabaza de invierno, los criterios de calidad a seguir son distintos. Se aconseja elegir los ejemplares bien maduros y de corteza gruesa. Además es preferible adquirir aquellas calabazas que sean pesadas en relación con su tamaño. De la misma forma, se rechazarán los ejemplares que tengan la piel suave, indicador de que la hortaliza no está lo suficientemente madura.
Por lo general, tanto si la calabaza es de invierno como de verano, se aconseja adquirir ejemplares firmes y con la piel intacta. Además, es preferible que conserven su rabo o pedúnculo. Esto evita que la calabaza pierda humedad.
Las variedades de invierno tienen una vida útil mayor que las de verano gracias a su menor proporción de agua. Además, su piel gruesa les sirve de protección. Este tipo de calabazas pueden conservarse hasta seis meses. Sin embargo, las de verano son más perecederas. Contienen más agua y su piel fina no sirve como protección. Estas últimas, envueltas en una bolsa de plástico perforada y almacenadas en el frigorífico pueden conservarse una semana. Si se escaldan y se congelan, su periodo de conservación puede llegar a ser de un mes. Es preferible congelarlas una vez que han sido cocinadas porque si se congelan crudas, en su descongelación las pérdidas de humedad serán importantes y, por tanto, se obtendrá una calabaza mucho más seca y de consistencia alterada.
PROPIEDADES NUTRITIVAS
El componente principal de la calabaza es el agua, lo que, unido a su bajo contenido en hidratos de carbono y a su casi inapreciable cantidad de grasa, hace que sea un alimento con un escaso aporte calórico.
Es buena fuente de fibra que ofrece valor de saciedad y mejora el tránsito intestinal por la alta presencia de mucílagos. Éstos son un tipo de fibra soluble que tiene la capacidad de suavizar las mucosas del tracto gastrointestinal.
En relación con las vitaminas, la calabaza es rica en beta-caroteno o provitamina A y vitamina C. Presenta cantidades apreciables de vitamina E, folatos y otras vitaminas del grupo B tales como la B1, B2, B3 y B6.
La vitamina A es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico, además de tener propiedades antioxidantes.
La vitamina E, al igual que la C, tiene acción antioxidante, y ésta última además interviene en la formación de colágeno, glóbulos rojos, huesos y dientes. También favorece la absorción del hierro de los alimentos y aumenta la resistencia frente las infecciones.
Los folatos participan en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis de material genético y en la formación de anticuerpos del sistema inmunológico. En cuanto a su riqueza mineral, la calabaza es un alimento rico en potasio. También contiene otros minerales como fósforo y magnesio, pero en menores cantidades. El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, además de intervenir en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.
El fósforo, al igual que el magnesio, juega un papel importante en la formación de huesos y dientes, pero este último además se relaciona con el funcionamiento del intestino, nervios y músculos, mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante.
La calabaza presenta calcio y una pequeña cantidad de hierro, pero dichos minerales apenas se asimilan en nuestro cuerpo en comparación con los procedentes de alimentos de origen animal.

El verano se acerca y, si queremos disfrutar de ricas calabazas con el buen tiempo, es el momento de ponernos manos a la obra y sembrar. La calabaza no solo es una hortaliza muy saludable repleta de vitaminas y minerales, sino que además, su cultivo es muy sencillo y cómodo. Por eso, si estáis pensando en cultivar calabazas, tomad nota de los siguientes pasos.

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Dadas todas las propiedades que la calabaza posee y su rico sabor, su uso en la cocina ha sido todo un éxito. Países como México, Chile o EEUU utilizan su fruto en gran variedad de sus platos. En el Mediterráneo tampoco se queda fuera de la gastronomía. España e Italia la tienen muy presente en la cocina y sus semillas pueden utilizarse para la fabricación de aceite.La calabaza, no solo se utiliza a nivel gastronómico y medicinal, sino que además, es muy común su uso ornamental. Por ejemplo la calabaza gigante en fiestas como Halloween.

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¿Qué necesitamos?

Semillas: precisamos conseguir semillas de calabaza. En este sentido, será muy importante hacer una buena selección de estas. Podéis obtenerlas vosotros mismos de otras calabazas (seleccionar siempre las del centro del fruto) o comprarlas en vuestra tienda más habitual. Antes de proceder a la siembra, es aconsejable dejarlas en remojo un día antes.
Os recomendamos en esta época la siembra de calabazas de verano que tienen la piel más fina y crecen en un par de meses, o los calabacines.

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Tierra: la calabaza no es muy exigente en cuanto al terreno. De hecho, crecen en terrenos no tratados sin mayor cuidado. Podéis sembrarla en vuestro huerto en un lugar soleado o comprar tierra para el cultivo en maceta.

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Espacio: el mayor problema de la calabaza es que requiere de gran espacio para su crecimiento por ser una planta rastrera. Es recomendable por eso para huertos que no sean muy pequeños. Solo se podrán cultivar en maceta algunas variedades de calabaza enana. En este caso, la maceta debe tener un espacio de mínimo 50 cm para el crecimiento de las ramas.

¿Cuándo y dónde cultivarla?

La calabaza es una hortaliza que no soporta el frío. Por eso, los meses de mayo y junio, y la llegada del calor, son una época perfecta para iniciar el cultivo de la calabaza.

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Desde finales de mayo hasta mediados de verano se puede cultivar este rico vegetal. Tened en cuenta siempre que depende en la zona en la que viváis las temperaturas cambian. Por eso, si vivís en una cuidad fría, podéis atrasar un poco la siembra, y si vuestra ciudad es cálida y el verano ya se siente en el ambiente, adelantadla.
Los primeros frutos se ven a los tres meses. Por eso, si iniciamos ahora su cultivo, veremos crecer las primeras calabazas antes de que el verano acabe si nuestra variedad es una variedad de verano.
La calabaza no requiere un suelo especial y de mucha calidad. Prefiere suelos sueltos y con un pH recomendado entorno a 6. No es recomendable utilizar compost para su cultivo.
La ubicación será esencial para su crecimiento por lo que debemos asegurarnos de que el lugar es cálido y le da la luz en abundancia.


¿Cómo cultivarlo?

Si se planta una calabaza enana en maceta, lo primero es preparar esta. Tenemos que echar tierra hasta la mitad,esparcir las semillas dentro de la maceta (tres o cuatro semillas), echar un poco de agua y cubrir con más tierra.

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Si la plantación se realiza en el huerto, debemos dejar un hueco de unos dos metros en función del tipo de calabaza que sea. El suelo debe estar drenado y ventilado.
El riego será fundamental en el momento de la siembra sobre todo si no llueve nada. La temperatura debe ser de más de 20°C y la exposición directa al sol. Si se cultiva en maceta, tendrá que situarse en la ventana.
El momento del trasplante debe producirse cuando el sol inunde nuestros días y no haya ningún riesgo de bajas temperaturas. Así, en otoño podremos recolectar nuestras estupendas calabazas. Veremos crecer los primeros frutos en unos meses según la variedad que hayamos elegido.

Cuidados
Los cuidados de esta planta son mínimos. Solo bastará con saber que requiere una gran cantidad de agua y un clima cálido.
El riego es fundamental para la calabaza. Por eso, durante los primeros 20 días, la regaremos cada tres días. Es importante saber que debemos suspender el riego una semana antes de la cosecha.
Además, necesita un clima cálido y bastante espacio para su crecimiento. La temperatura óptima durante su crecimiento es de entre 15°C y 25°C y debe estar expuestas al sol. Una buena luminosidad ayudará al crecimiento y posterior fruto beneficiosamente.


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